Comentario
De este modo, frente a los planteamientos rígidos que veían en el cambio arqueológico entre el Heládico Antiguo y el Heládico Medio el reflejo de la llegada de los griegos, hoy se ve en un amplio período crítico coincidente aproximadamente con el cambio de milenio, entre el tercero y el segundo, por tanto, en torno al año 2000 a.C., el inicio de la formación del pueblo griego, como resultado de las agitaciones continentales que provocan la indoeuropeización del Mediterráneo septentrional, cuando incidieron sobre la dinámica interna de los indoeuropeos.
La pervivencia de estos pueblos, en muchos casos, o de tradiciones legendarias que se refieren a ellos, permiten hallar algunos rasgos primitivos, que los griegos utilizaban para mejor marcar las diferencias, pero que, al mismo tiempo, parecen responder a la realidad. Se trata sobre todo de cultos y leyendas alusivas a prácticas religiosas donde lo agrícola y lo femenino se conjuntaban en lo que parece reflejo de una concepción del mundo que espera de lo religioso una eficacia fertilizante sobre la producción y la reproducción. Con todo, muchas de esas prácticas continuaban perfectamente integradas en las comunidades que pueden llamarse griegas, sin que necesariamente las identidades culturales hayan de relacionarse con las identidades lingüísticas y étnicas y, mucho menos, con las raciales.